Chachara feminista desde un lapiz machista


Hablar sobre mujeres, ese es un tema difícil de digerir en esta machista sociedad, resulta mas cuesta arriba contrarrestar el estigma que posee el genero femenino, en tanto que, el mismo sistema -el capitalismo- aun nos muestra a las mujeres como objeto o cosa, por ejemplo: te haz puesto a mirar cuando te sientas en un “sitio de uso publico” o caminas por cualquier calle de estos pueblos o ciudades, cuando a nosotros los hombres se nos salen los ojos en esos instantes cuando “no las buceamos” a ustedes; flacas o gorditas, altas o chicas, con mucha ropa o atuendos sugerentes. Plenando ese cúmulo de fetiches pro-sexualistas; que nos han inculcado y sembrado desde el interior de esa única y casi perfecta mujer que no podemos ni podremos poseer, ella, quien necesita ser honrada, no solo una vez por año, sino cada día de nuestra vida.

Ahora que tenemos la oportunidad de enterrar este sucio sistema capitalista, muy pocos somos los del genero masculino que asumimos el pesado compromiso de reivindicar y posicionar a la mujer en el sitial que históricamente se merece. Ustedes, han demostrado tetero y escoba en mano; ser más eficientes y eficaces al momento de dirigir y mover a un barrio entero en función del bien colectivo, a través de una dulce e inocente sonrisa, o por medio de una sarta de gritos -que despiertan y espantan a cualquiera-.

Mas allá de nombrar a aquellas valerosas y admirables doncellas que dieron su vida en pro de regalarnos la libertad que hoy gozamos, o de esas que llevan la titánica tarea de cargar sobre sus hombros el impulsar el desarrollo socio-político-cultural -y lo demás que ello compete-; voy a hablar de esa, que aunque no es asediada por las cámaras de televisión, o su nombre no esta dentro del largo listado de invitados especiales a los más prestigiosos eventos de la “high”, sino mas bien, en cierto modo es un pulpo; porque le rinde el tiempo para mantener unida a un batallón que tiene por familia, llevar a la escuela a mínimo tres chamitos, limpiar la casa, atender a un marido semi parasito -no somos todos así-, lidiar con un jefe exigente, happy-happy, -quizás hasta mediocre, pero además palo de agua-, sin contar los dizque compañeros de trabajo que apuestan a ver quien se la corona primero, -dependiendo del grado de belleza que posea la pana en cuestión-, estudiar, hacer un curso para no sentirse inútil, vender cosméticos por catalogo o cualquier otra cosa para cumplir el milagro de vivir un mes entero sin que nada le falta en el rancho, y de paso; pagar la renta básica del salón de belleza, hasta preocuparse y ponerse a luchar por la justicia -como muy coloquialmente le decimos a esas personas que militan en cualquier organización política y se preocupan desinteresadamente por los demás-.

Y sólo espero que se pare un pendejo y me grite si con todo esto no puede ser capaz de afirmar que las mujeres ya no son el sexo débil, débil; débil nosotros, que no vivimos sin ellas, pero ellas sobreviven sin tenernos al lado “felices como lombrices”; son muchos mas autosuficientes que nosotros. Aunque, es deprimente ver y saber que muchos compas se pasan al otro lado de la acera solo por sentir lo mismo que ustedes tanto se gozan ¡jajaja!.

Hasta el planeta es mujer; y aun así, la ofendemos y vamos matando poco a poco, más creo que llego la hora de dejarnos caer a sus pies, a la final; ¡el mundo es mundo gracias a ustedes!...

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