La noche y tu sudor sobre mi ser
Me acompañan rumbo a la sucursal de mi ficticia realidad
Selva de lúgubre vicio placer
Ajena al vaivén de tu cuerpo haciéndome estremecer.
Extrañando el brillo del rostro más gentil de nuestra madre inmortal
Ente sublime que esta mano jamás ha podido dañar
Doy cuenta que solo sirvo para cultivar en su ancha piel
Mil caricias de dulzura y querer.
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