Y el primer libro que tome de su templo -su casa- fue el de cuentos de un autor del que poco se le conoce escritura alguna, este sujeto en cuestión resulta en la vida real que es un gritón, ya! sin mayor aspiración que hablar de el, lo que pretendo en sinceridad es esgrimir lo que una nueva compulsión me he hecho cometer. Aquí me he visto caer en este sillón, donde no se espera nada, donde el bullicio de los autos en función de su cuantía delatan la real hora que es -y es que el trafico de los autos, contribuyen cuando no tienes reloj y sabes con exactitud la dinámica de la ciudad en la que posas tu vida circunstancialmente o no cual hora es la que es-.
Leía el libro mientras su sonrisa se aparecía detrás de una agridulce puerta para estamparme un "hola" como el primer gesto cortes que daba la bienvenida como siempre a esos tal vez que nos dan la posibilidad para un inextricable mañana, camino radiantemente efímera, en el fondo de mi ser se armaban un sinfín de sensaciones -miedo, angustia, incertidumbre, ganas, SILENCIO- intuitivamente desnudaban la consumación de un deseo extrañamente concebido, la vi, me miro con esos ojos candentes y adictivos, vestía solo con su piel, y en su mente ¡!Oh! Esa mentecita tan ducha y presta a reventar tantos surrealismos es ahora el laberinto de mis pensamientos, y la cuota para no dejar de hurgar el porque de tantas ineludibles excusas para no saber a ciencia cierta porque llegue hoy y no ayer.
En fin, me trague el humo de tantos cigarrillos, corrí a embriagarme del quejumbroso elixir incoloro e inodoro que bordea el firmamento del horizonte cuando y sin metáfora alguna te exilias en el naufragio del mar para morir y que tu cuerpo caiga en las bocas de la rapiña oceánica; recorrí con mis ojos el tabernáculo este de cuatro paredes para ansiar con mas deseos que realismo hundirme en eso único y simple que grita mi ser por poseer...
Un abrazo y que junto a la calidez de sus ojos me acompañen a contemplar en otro mundo la llegada de un nuevo día.
Christian Jaimes
"Chrija"
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