Se fue lento pero voraz
Con los ceros infinitos y el encierro en la cima de la selva su fuego se consumió
Pero nadie lo escucho solo oyeron sus lamentos y su trepidante adiós
Las horas con minutos de segundos alados vagaron en los relojes a centena de metros delante de su vista
Y corrió en la luna asaltando estrellas pero jamás volvió
Porque solo huyo de su fría prisión de papel cuadros y entes virulentos que borraban en instantes su pasmoso llanto
Y en soledad pereció su incendiario espíritu arrebatador de tristezas
Con las cuentas sobre su pecho y sus dedos de ábaco conto las hojas que de lado a lado le abrían paso a un nuevo mundo ajeno al pasado.
Se fue lento pero voraz
Tragando lamentos y sonetos
Hasta que durmiendo se encontró íngrimo oculto tras el cristal de ansiedades incorruptas
Creyendo redimir el dolor infringido a aquellas almas mundanas e interesadas en aprender de el su frio amor a los demás
Amantes taciturnas de sus sublimes tertulias y su compleja parsimonia
Le lloran de pronto y sin culpa creen que por ellas él se fue
Pero vivió desde ese día y hasta hoy con una única adicción
Dormir para no vivir.
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